La Xunta de Galicia inició el pasado 26 de abril los trámites para la declaración del
baile tradicional gallego como bien
de interés cultural del patrimonio inmaterial, según se recoge en artículo 1 de la Ley 5/2016, de
4 de mayo, del Patrimonio cultural de Galicia, y que tiene como objetivo la
protección, conservación, difusión y fomento del patrimonio cultural de Galicia
constituido por los bienes y manifestaciones inmateriales que, por su valor,
deban ser considerados como de interés para la cultura gallega a través del tiempo.
El artículo 9.3 de dicha ley establece que se consideran bienes del patrimonio
cultural inmaterial los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y
técnicas, junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales
que les son inherentes, que las comunidades, los grupos y en algunos casos los
individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural; y
concretamente en el apartado a), en sus puntos 4 y 5, se establece la
pertenencia al patrimonio intangible de las artes del espectáculo, en especial
la danza y la música, las representaciones, juegos y deportes, así como los
usos sociales, rituales, ceremonias y actos festivos. Al mismo tiempo, el
artículo 91 dispone que integran el patrimonio etnológico de Galicia los lugares,
bienes muebles o inmuebles, las expresiones, así como las creencias,
conocimientos, actividades y técnicas transmitidas por tradición, que se
consideren relevantes o expresión testimonial significativa de la identidad, la
cultura y las formas de vida del pueblo gallego a lo largo de la historia.
Las
medidas generales de salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial comprometen
a las administraciones públicas para garantizar su identificación,
documentación, investigación, preservación, protección, promoción,
valorización, transmisión y revitalización. De acuerdo con lo establecido en el
artículo 71 de la Ley 5/2016, de 4 de mayo, del patrimonio cultural de Galicia,
se establece el reconocimiento o la creación de un órgano de gestión para
proponer y establecer las medidas de salvaguarda para la conservación y
transmisión de sus valores culturales. Por ello, y puesto que algunas entidades
mostraron su interés tanto para promover esta declaración como para seguir con
la tarea de estudio y difusión, se estima que deben ser reconocidas las
siguientes asociaciones: Xacarandaina Asociación Cultural (A Coruña), Cantigas
y Agarimos (Santiago de Compostela), Etnográfico das Mariñas (Ferrol), O
Fiadeiro (Vigo) y la Asociación Cultural «Cantigas e Flores» (Lugo).
En
la definición que recoge la Dirección general de Patrimonio Cultural de la
Xunta de Galicia, el baile tradicional gallego “es el arte de la expresión
corporal en sociedad creada por el pueblo gallego que identifica su
singularidad respecto de un fenómeno universal en las diferentes comunidades en
todo el mundo. Es una manifestación cultural de carácter lúdico, popular y
colectivo, que se compone de un conjunto de movimientos corporales, con un
soporte de elementos melódicos y rítmicos que completan su expresión, sostenido
en un esquema de ejecución flexible y mayormente improvisado, que para
conseguir su verdadera expresión social debe contar con un número mínimo de dos
participantes en pareja, diferenciándose en el contexto del folclore peninsular
por la particularidad de que se baila de espejo. En cualquiera caso pueden
destacarse tres particularidades: Son bailes de diversión. Representan una
creación social colectiva. La improvisación es su característica más
importante”.
El
baile tradicional gallego manifiesta la influencia mutua de diferentes pueblos,
propiciadas por las migraciones de la comunidad gallega, por lo que presenta
elementos de bailes foráneos, que le otorgan una identidad compleja.
Actualmente, el baile tradicional gallego se localiza la Comunidad Autónoma, en
territorios limítrofes y en las ciudades
que protagonizaron los movimientos migratorios de los gallegos en el siglo XX
(especialmente Buenos Aires o La Habana). Las primeras referencias históricas
se sitúan en la segunda mitad del siglo
XIX y principios del siglo XX, con la formación de los coros gallegos, surgidos
con la pretensión de dignificar el folclore.
En
Galicia existen numerosos bailes tradicionales que se pueden dividir en dos
grandes grupos: los bailes sueltos y los agarrados. Dentro del primer
grupo encontramos dos formas de baile, dos subgrupos y sus variantes: la
muiñeira y la jota. La primera es más antigua que la segunda, y ambas tienen en
común que se bailan por un número indeterminado de parejas con coreografía de
puntos y de desplazamiento de conjunto. Además, tanto en la muiñeira como en la
jota no hay contacto físico entre las parejas que las ejecutan.
La muiñeira es el baile de divertimento más
extendido de Galicia. Normalmente tiene
dos o tres partes: la vuelta, el punto y el descanso. Existen distintos tipos
de muiñeira, como la muiñeira vella o ribeirana, muiñeira das castañolas o
baixa o danza do galo, carballesa, moliñeira, nova, punteada. De ritmo seis por ocho, se interpreta por
distintos de instrumentos y formaciones musicales: las cantaban mujeres, que se
podían acompañar de cualquier tipo de instrumento de percusión tradicional
(pandero, pandereta, conchas, lata de carburo o pimentón, platos con dedales,
etc) o también ir ellas acompañadas del gaitero y redobrante, cuarteto de
gaitas, charangas o murgas, bandas de música, etc. La muiñeira vella o
ribeirana se considera el baile de divertimento más antiguo de Galicia. La
muiñeira das castañolas, también llamada danza do galo, rabo do raposo o rabela,
puede considerarse también uno de los bailes más antiguos de Galicia.
En
cuanto a la jota, es el baile tradicional más popular de toda la península
ibérica. Es menos antigua en Galicia que la muiñeira y tiene dos o tres partes
igual que ésta: vuelta, punto y descanse. El ritmo de tres por cuatro de la
jota se acompañaba de distintas formaciones musicales igual que la muiñeira:
las mujeres que las cantaban se podían acompañar instrumentos de percusión
tradicional (pandero, pandereta, conchas, lata de carburo o pimentón, platos
con dedales..., etc.), o de un gaitero y redobrante, cuarteto de gaitas,
charangas o murgas, bandas de música, etc. Tiene distintas denominaciones
dependiendo de la zona: fandango, maneo, pateado, zapateado o cruzada.
El
baile tradicional es una expresión plástica, estética y emocional de carácter
personal y que se celebra en comunidad, una expresión corpórea y artística.
También es una herramienta identitaria, que cobró especial relevancia para el
caso gallego como instrumento de la Galicia emigrada, especialmente durante el
siglo XX. Se bailaba y se baila en torno a actividades sociales y celebraciones
religiosas, así como se bailaba en reuniones de trabajos artesanales, en
celebraciones del ciclo vital de los individuos, en acontecimientos sociales de
la comunidad o en ofrendas de carácter religioso o espiritual. En la actualidad
se continúa bailando en reuniones sociales de carácter festivo y se continúan
manteniendo vivas muchas de las danzas de tipo gremial y religioso más
ancestrales. La evolución del baile tradicional es el testimonio vivo de la
evolución de las comunidades que lo asimilan, lo transforman y lo enriquecen.
Su
transmisión y difusión está especialmente ligada también a la del traje y el
adorno, los instrumentos musicales y otras manifestaciones. Tradicionalmente variaba
su interpretación en invierno y en verano. En invierno se bailaba tres días de
la semana en los pisos de las casas o en las cuadras al caer el día a la luz
del candil. En verano los bailes eran al aire libre, romerías, atardeceres,
ruadas, fiestas, etc. Las condiciones en las que se produce el baile en la actualidad
están ligadas la difusión en el marco de eventos, generalmente apoyados en el
marco de actividades públicas u organizadas por las asociaciones, actividades
de asociaciones y colectivos, alrededor de ciclos en celebraciones de reuniones
de atardeceres y fiestas, en eventos culturales o festivos: concursos, talleres
de baile y artesanía gallega, actuaciones, torneos y juegos populares o
actividades gastronómicas relacionadas con productos locales, días de la
muiñeira y festivales internacionales de folclore. Se utilizan espacios relevantes
de la vida urbana, en las villas y en festividades parroquiales, en
instalaciones culturales como auditorios o teatros.
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